PARÍS FASHION WEEK

El escenario del desfile fue una obra maestra en sí mismo, diseñado para transportar a los espectadores a un mundo paralelo. La ambientación cuidadosamente creada creó una atmósfera de misterio y fantasía, estableciendo el tono para lo que vendría a continuación.
La colección presentada fue una fusión de la moda y el arte, como es característico de la marca. Cada prenda era una expresión de la creatividad y la innovación de McQueen, con cortes arriesgados y siluetas inesperadas. La paleta de colores era rica y variada, desde tonos oscuros y dramáticos hasta colores vibrantes y audaces, lo que añadía un elemento sorprendente a la colección.
Uno de los aspectos más destacados de este desfile fue la atención al detalle. Cada prenda estaba adornada con elementos intrincados, desde bordados elaborados hasta aplicaciones artísticas. Estos detalles añadieron una capa adicional de profundidad y complejidad a cada diseño, lo que hacía que cada pieza fuera única y digna de admiración.
La colección evocaba un sentido de romance oscuro y misterio, como si cada prenda fuera un personaje en una historia épica. Esta narrativa enriqueció la experiencia y dio a los espectadores mucho de qué hablar.
























